miércoles, 6 de julio de 2011

Lealtad enfrentada 4 Pelea en la bahía de Nimbus Parte 2

Eva Phallas, Reas y Perpeto fueron por el bosque sin dudarlo. Cuando ya habían llegado, se encontraron con muchos orcos muertos, todos asesinados brutalmente, y abajo de un árbol, un señor todo encapuchado y con una túnica muy rara. El tipo decía que si le traían el diamante de la corrupción eterna, éste les decía que estaba pasando. Reas y Perpeto no aceptaron, pero Eva si. Los otros dos elfos se lo prohibieron, pero ella se alejó tércamente hacia la cueva de las almas perdidas. Cuando por fin llegó, se encontró con un fantasma que no le dejaba entrar, pero la insistente elfa (como todo elfo ) le tiró una flecha encantada, pero el fantasma le tiró un hechizo de muerte que impactó contra la flecha encantada, y estas dos se deshicieron, entonces fue cuando Eva le tiró otra flecha encantada, la cual si le pegó, pero cuando fue a reclamar su premio, algo malo le pasó.
Mientras tanto Reas y Perpeto le explicaban al rey lo que había pasado con Eva Phallas. Al escuchar esto, el rey mandó a los dos elfos a buscar la espada de Zeron, una legendaria espada que ayudaría al reino de Nimbus a no ser destrozado. Al escuchar esto, los dos elfos se fueron a los picos nevados a buscar esa espada. Cuando llegaron, se encontraron con Jazuro ( líder de los orcos ) y dos orcos más, que al verlos, los quisieron matar, entonces a Perpeto se le ocurrió algo: Mientras Reas buscaba la espada, Perpeto entretenía a los orcos. Y así fue, mientras Reas agarraba la espada, Perpeto saltaba de aquí para allá, les ponía caras raras y los hacía enfurecerse más y más. Pero cuando por fin Reas logró agarrar la espada, una flecha alcanzó a Perpeto. Los orcos salieron tras el asesino, pero Reas se quedó tratando de ayudar a su fiel amigo, el cual antes de morir cantó:

Un día a un bosque yo llegaré,
rodeado de plantas estaré,
de todos colores de todos tamaños disfrutaré,
de la briza del clima yo gozaré,
un día a un bosque yo llegaré,
rodeado de plantas esta...ré.

Al terminar esta canción, Reas enterró a su amigo de toda la vida entre plantas muy bonitas y se fue al reino entre lágrimas.
Cuando por fin llegó, le hizo enterar al rey de la triste noticia, y cuando terminó de contársela, se oyó un ruido de campanas, así que salieron afuera, y entre el amontonamiento de gente se logró escuchar un grito desesperado que decía: ¡ Vienen los orcos !

Continuará...


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